Cierta ocasión que visite la zona de Papantla tuve la oportunidad de conocer la leyenda de una de las criaturas más imponentes y terroríficas de la cultura Azteca. Si bien es cierto que los Aztecas crearon un imperio que tocaba las costas del Golfo de México como del Océano Pacifico, su temor al monstruo conocido como Ahuizotl estaba muy bien fundado.
El llanto…
El conocer la leyenda fue mera casualidad, el día que visité Papantla me quede en casa de unos amigos, como parte de mi recorrido me llevaron a lo que era el Tajín y ya entrada la noche paramos en uno de los ríos que hay por la zona. Nos acompañaba Don Manuel el abuelo de uno de mis anfitriones, un hombre no muy mayor pero con mucha de la experiencia que dan los años bien vividos y fiel a la cultura Azteca la cual aprendió a amar gracias a su abuelo.
Mientras veíamos la luna reflejándose en las aguas tranquilas a lo lejos escuchamos un ruido, nos angustiamos al reconocer el llanto de un bebe que parecía estar a las orillas del agua. Un llanto muy lastimero, como dicen las madres, llorando con mucho sentimiento. Motivados por la curiosidad de saber de dónde venía el sonido nos preparábamos para acercarnos más a la orilla y ver el origen. Don Manuel se paró inmediatamente y de forma tajante nos ordenó retirarnos del lugar, a pesar que le dijimos que era claro el llanto él nos reafirmó la orden y nos dimos media vuelta, no dimos más de 5 pasos cuando el llanto ceso tan rápido como inicio. Mientras regresábamos a la casa Don Manuel nos comentó que entendía que estuviéramos confundidos y nos dijo que no lamentáramos no atender al llanto del supuesto bebé pues era el Ahuizotl.
La Leyenda del Ahuizotl…
Ahuizotl no es una palabra que uno escucha todos los días así, nuestra curiosidad aumento y Don Manuel nos contó la historia como el la conocía.
En la cultura Azteca existen muchos mitos y leyendas, una de las más terroríficas es la de la criatura llamada Ahuizotl lo que podemos traducir como el espinoso del agua, un ser acuático con cuerpo similar al de un perro, orejas pequeñas y puntiagudas, pelaje corto y el rasgo más extraño, una cola larga y negra que terminaba en una especia de mano similar a las manos humanas. La forma en que atraía a sus víctimas era el hacer un ruido similar al llanto de un bebe, cuando su víctima se arcaba a la orilla este ser los atrapaba y los ahogaba, en muchas ocasiones el cuerpo volvía a aparecer sin uñas, dientes y ojos
Don Manuel nos comentó que era visto principalmente en el centro del país, en la zona del otrora Lago de Texcoco aunque se le vio en ríos y lagos dentro y fuera de los límites del imperio Azteca.
Los Registros…
Después de la historia de Don Manuel me gano la curiosidad e investigue sobre este come hombres y según la leyenda Azteca los pescadores le dejaban ofrendas al Ahuizotl pues con esto garantizaban una pesca tranquila, este ser era astuto y sigiloso por lo que no sabrías que estas en el menú hasta que fuera muy tarde. Se dice que era enviado por Tláloc y su esposa Chalchiuhtlicue para recoger el alma de un mortal que les agradaba, el ser cumplía con la orden ahogando a su víctima y el alma de esta se dirigía al Tlalocan, el paraíso regido por Tláloc al cual llamaba hogar. Esta era la razón por la que los ahogados eran enterrados en el templo de Tláloc
Esta leyenda tiene un peso de realidad pues la presencia del Ahuizotl es descrita dos veces, en una ocasión Hernán Cortes lo menciono en uno de sus escritos al rey cuando reporto que uno de los miembros de su tripulación había fallecido a consecuencia del ataque del Ahuizotl, el difunto y otros hombres de la tripulación respondieron al llanto del bebe, los sobrevivientes solo fueron testigos del evento, mencionaron cada detalle de lo sucedido desde cuando una mano salió del agua atrapando a su compañero el cual fue sumergido a las profundidades del lago.
El Códice Florentino…
Otro registro que confirma la existencia de dicho ser es el Códice Florentino en su Libro XI donde lo describen de la siguiente manera “Similar al teui, el pequeño perro teui; pequeño y suave, brillante. Tiene diminutas orejas puntiagudas como las de un can pequeño. Es negro como el hule, resbaloso, de piel suave y cola larga. Y esta cola está proveída de una mano al final; igual a la mano de un hombre. Y sus manos son como las del mapache o las del mono. Vive en cavernas submarinas, en profundidades acuosas. Y si alguien llega a la entrada o está en el agua con él, el monstruo lo jala hacia las profundidades… Una vez que el cuerpo ha sido recuperado, no tiene ojos, dientes y uñas; todas han sido arrebatadas de él. Pero su cuerpo está intacto, su piel sin lastimar. Su cuerpo sale todo mojado, suave, como si se le hubiese golpeado con una piedra o tuviera pequeños golpes… Cuando al Ahuizotl se molesta por no atrapar a nadie, no ahogar a ninguno de los comunes, entonces llora como un niño. Y quien oye esto piensa que es un bebé, tal vez abandonado. Ahí cae en las manos del Ahuizotl, el cual lo ahoga.”
La Advertencia de Don Manuel…
Esta historia la quiero cerrar con una advertencia que Don Manuel nos hizo, “Si al estar cerca de un lago o rio a un bebe escuchan llorar, no permitan que sus ganas de demostrar su valor nublen su sentido común, no se acerquen, pues podrían ser la próxima víctima del Ahuizotl. Si creen que su conciencia no les permitirá dormir después de dar la espada a ese lastimero llanto, lo recomendable es llamar a las autoridades para que ellos investiguen, no confundan la falta de prudencia con valor.”
A su mercé…
Si este relato fue de su agrado, humildemente pido nos ayude compartiéndola a sus familiares y allegados durante una reunión en una negra noche. O por medio de un compartir en su red social. Si la leyenda atenta a su cultura pues es distinta a la alojada en su memoria, pido a su mercé que sea indulgente pues es así como el relato llego a mis oídos y es mi forma particular de compartirla. Recuerde que por ser leyenda puede o no tener una base real y tener una increíble dosis de libertad literaria ya sea por la región donde fue relatada o por quien la narra.
Hasta la próxima garbancer@s
“RIP, RIP, ¡hurra!”