
En el corazón del Pueblo Mágico de Bernal, Querétaro, la figura del Charro Negro sigue aterrorizando a quienes lo evocan. Se dice que cabalga en la quietud de la noche, su corcel avanzando sin el menor sonido, como si flotara sobre las calles empedradas. Vestido de negro de pies a cabeza, su presencia eriza la piel de quien tenga la desdicha de cruzarse en su camino.
En el siglo XIX
Los vecinos comentan y algunos mayores afirman que una noche de octubre de 1870, el temor que ya reinaba entre los habitantes de Bernal se transformó en una inquietud palpable. Los rumores sobre un jinete espectral rondando la entrada del pueblo llegaron a oídos del párroco local, quien, con un profundo escepticismo y temor, decidió enfrentar la situación junto a su fiel sacristán. Armados con agua bendita, un crucifijo y sus rezos, esperaron en la oscuridad al borde del camino que conectaba con Tequisquiapan.
El encuentro
La medianoche trajo consigo un silencio sepulcral, interrumpido solo por la inesperada aparición del Charro Negro. Surgió de la nada, a pocos metros de los dos hombres, tan real y espectral que sus corazones latían con furia contenida. El sacristán, paralizado por el miedo, apenas pudo retroceder un par de pasos.
El párroco, con la voz quebrada pero firme, le preguntó qué lo llevaba a penar entre los vivos. La respuesta del jinete fue tan helada como la noche:
—Quiero confesarme contigo.
El cura, apenas respirando, accedió. Ante sus ojos atónitos, el Charro descendió lentamente del caballo. Pero lo que vieron al quitarse su sombrero les robó la cordura: debajo de ese atuendo impecable, no había carne, solo huesos. Un cráneo blanco brillaba a la luz de la luna, y al extender su mano esquelética para besar la del sacerdote, quedó claro que estaban frente a algo mucho más allá de lo terrenal.
Et te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris
El sacerdote lo escuchó, y tras susurrar una última bendición, roció agua bendita sobre los huesos descarnados del Charro. Sin mediar palabra, la figura espectral volvió a montar su corcel y se desvaneció en la oscuridad. Sin embargo, la paz no llegó. Días después, el párroco fue encontrado muerto. Algunos aseguraron que la impresión lo consumió, otros creyeron que los terribles secretos que escuchó lo condenaron para siempre. El sacristán, en cambio, perdió el habla y el oído, dejando al pueblo envuelto en un silencio aún más aterrador.
Y así, con el paso de los años, la historia del Charro Negro sigue resonando entre los muros antiguos de Bernal. ¿Es solo una leyenda? Nadie lo sabe con certeza. Pero cada noche, cuando el viento silba en los caminos vacíos, hay quienes juran haber escuchado el galope silencioso de un jinete que nunca encontró la paz.
A su mercé…
Si este relato fue de su agrado, humildemente pido nos ayude compartiéndola a sus familiares y allegados durante una reunión en una negra noche. O por medio de un compartir en su red social. Si la leyenda atenta a su cultura pues es distinta a la alojada en su memoria, pido a su mercé que sea indulgente pues es así como el relato llego a mis oídos y es mi forma particular de compartirla. Recuerde que por ser leyenda puede o no tener una base real y tener una increíble dosis de libertad literaria ya sea por la región donde fue relatada o por quien la narra.
Hasta la próxima garbancer@s
Basado en la obra de Oliver Barona
Leyendas de Queretaro (2019)
#LaGarbancera #LeyendasMexicanas #MitosDeMexico #CharroNegro #Fantasmas #Paranormal #Terror #HistoriasDeMiedo #BernalQuerétaro #HechosSobrenaturales #CulturaMexicana #Queretaro