El Dientitos es una leyenda de Altamira Tamaulipas, la cual ha sido compartida ampliamente por el Dr. Francisco Castellanos Saucedo, cronista municipal. Sin embargo esta versión que les compartiré era transmitida por otros hijos de Altamira, el profesor Carlos Domingo Caballero y el profesor Carlos Domingo Bonilla.
Hace muchos años, mi abuela Bertha nos visito en la casa, no pasaban de las 7:00 pm cuando cayo una lluvia torrencial que hacia muy difícil que ella pudiera regresar a su casa, razón por la cual la abuela se quedo esa noche con nosotros. En la sala estábamos ella y yo, alumbrados por una lampara de mesa, ella con su tacita de café y yo con mi chocolate, en esa ocasión me platicó de su padre, el profesor Carlos Domingo, quien amaba su profesión a tal grado que inspiró a varios de sus alumnos y a su propio hijo, Carlos Domingo Bonilla, a continuar la misión de seguir educando a la niñez de México y preservar el conocimiento para las generaciones futuras.
En un punto de la conversación ella recordaba que tanto su padre como su hermano mencionaban que las leyendas forman parte de la riqueza cultural de un pueblo y son parte del legado del mismo. Obvio que hice la pregunta: «¿Me puedes contar una leyenda?», ella me narro la siguiente historia, convirtiéndose en un eslabón mas de la hermosa tradición de compartir leyendas.
Alla por 1900…
Los vecinos comentan y algunos mayores afirman que en la zona del Barranco, hoy Aquiles Serdán, Tamps. vivían los hermanos Salvador y Gustavo, este ultimo el mayor de los dos. Tenían la costumbre de andar de pata de perro por los alrededores. Una noche donde la luna mostraba su cara completa, los hermanos recorrían el camino hacia Lomas del Real, Gustavo montando su yegua pinta y Salvador en la pequeña carreta donde transportaban la sal que vendían, jalado por una mula vieja. Ambos iban platicando de sus planes de visitar Tampico mientras tomaban unos alipuces para agarrar calor.
Iban a mitad del camino cuando vieron a lo lejos un bulto que se miraba como una persona parada a mitad del sendero, al acercarse notaron que era un niño chamagoso y falto de carnes, como de unos 5 años, tenia cara de tener frio y harta hambre. Le preguntaron: «¿Cómo te llamas?», «¿Pa’ donde vives?», «¿y tu tata?», y así hacían preguntas tras pregunta y el niño solo los veía con cara de miedo. Después de un rato, decidieron subir al niño a la carreta con Salvador, este se bajo y tomo de la mano al chilpayate para conducirlo al vehículo, en ese momento la mula como la yegua se mostraron intranquilos, no querían estar cerca del niño. Los hermanos no tomaron en cuenta lo anterior, forzaron a los animales y el niño subió a la carreta, de inmediato se sentó a espaldas de Salvador.
Mientras Salvador presionaba a su mula para acelerar el paso, Gustavo se acerca a la carreta y desde su caballo le seguía preguntado a niño sobre quien era y que hacia en el camino solo. En contadas ocasiones pudo tener unos cuantas afirmaciones o negaciones que el infante hacia con la cabeza. Con paciencia pudo saber que el niño quería ir al Barranco para ver a su mamá, que tenia hermanitos, que tenia 5 añitos y que tenia mucho esperando ayuda.
Ya por llegar…
Cuando divisaron a lo lejos algunas luces dentro de las casa del pueblo, que les indicaban que ya estaban muy cerca, Gustavo le comento al niño que ya iban a llegar y podrá ver a su mamá. Pero el niño estaba serio, como triste, Salvador giro la cabeza y le dijo al niño, «alégrate que ya vas a ver a tu nana» el niño solo hizo una mueca asemejando una sonrisa. «¿¿¡¡Que es eso!!??» comento Salvador, este «pelo» los dientes para que el niño los viera y le dijo que así debe sonreír, el niño volvió a intentarlo pero solo hacia una ligera mueca. Gustavo le pregunto al niño, «¿acaso no tienes dientes?», el niño voltea a verlo y dice «si teno», en ese momento una luz de luna pega directo en la cara el niño, mostrando una cara con la piel seca y grisácea y mostrando sus escasos dientes en una horrible mueca que parecía un intento de grito.
Del miedo, Salvador empujo al ser por u costado de la carreta, dejándolo a un lado del camino, ambos hermanos reventaron sus monturas para llegar a su casa, comentaron los hechos a sus padres, su madre les comento que por eso no quería que viajen de noche, «No saben que animas estén merodeando por esos lares, ni sus intensiones», les advirtió.
Paso un rato para que los hermanos quisieran salir del pueblo, y mas aun para pasar por el mismo camino donde encontraron al infante. Aun se escuchan relatos del niño del camino, a veces es un bebe, otras una niña, y en las mas extravagantes es un chaneque perdido, pero todas terminan igual, con la horrible sonrisa de «El dientitos» como lo nombran los habitantes de la zona.
Hora de dormir…
Después de mantener mi corazón con arritmia, la abuela me informa: «Ya es hora de dormir mijo, la lluvia va para largo», así daba fin al sesión de leyendas del día. En ese momento el recordar sus palabras me llenaba de miedo y me daba miedo poder toparme con el dientitos cuando iba a algún mandado o a la escuela, «es un fantasma» pensaba yo «nada lo detiene para mudarse».
Hoy, mucho tiempo a pasado desde su partida, esta historia me roba una sonrisa y me lleva a otros recuerdos bellos que compartí con ella. Es cuando entiendo que las leyendas nos unen de muchas formas, si continuo narrando esta leyenda estaré manteniendo viva una parte de ella. Como ha pasado con tantos eslabones que pusieron su granito de arena para mantener vivas las leyendas.
A su mercé…
Si este relato fue de su agrado, humildemente pido nos ayude compartiéndola a sus familiares y allegados durante una reunión en una negra noche. O por medio de un compartir en su red social. Si la leyenda atenta a su cultura pues es distinta a la alojada en su memoria, pido a su mercé que sea indulgente pues es así como el relato llego a mis oídos y es mi forma particular de compartirla. Recuerde que por ser leyenda puede o no tener una base real y tener una increíble dosis de libertad literaria ya sea por la región donde fue relatada o por quien la narra.
Hasta la próxima garbancer@s
Basado en el trabajo del Maestro Carlos Domingo Caballero y del Maestro Carlos Domingo Bonilla
Compartido por la Sra. Bertha Domingo Vda de Torres.
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