
En el ocaso del siglo XVI, en los confines de la Ciudad de México, se tejía una oscura historia que aún hoy persiste en la memoria colectiva. Este relato, marcado por la figura enigmática de D. Rodrigo de Ballesteros y su ominoso compañero, ha perdurado a lo largo de los siglos como un recordatorio sombrío de los límites entre lo humano y lo sobrenatural.
Detrás de las Sombras
Los vecinos comentan y algunos mayores afirman que D. Rodrigo de Ballesteros, un ex capitán de arcabuceros de los reales ejércitos, era tanto un enigma como una figura conocida en los círculos de la sociedad de la época. Herido en la famosa batalla de San Quintín en España, fue premiado con el retiro y enviado a las tierras de México para ocupar una encomienda cerca de Atzcapotzalco. A pesar de su posición acomodada, su aspecto descuidado y su comportamiento áspero lo alejaban del resto de la sociedad. Rumores de amistades sospechosas y una reputación manchada por el desprecio a las normas religiosas lo perseguían constantemente.
Sin embargo, lo que más perturbaba a los vecinos era la relación peculiar que mantenía con un cuervo negro como la noche, al que llamaba «el diablo». Se rumoreaba que el ave tenía un poder oscuro sobre D. Rodrigo, cuyas malas acciones se atribuían al influjo del pájaro. A pesar de las protestas y advertencias de los lugareños, el cuervo gozaba de privilegios inusuales en la casa de D. Rodrigo, donde era tratado con reverencia casi divina. Este cuervo gozaba de grandes privilegios, pues podía impunemente ensuciar y maltratar todo en la casa de D. Rodrigo, quien montaba en ira cuando al «diablo» alguno se propasaba á inferirle el menor maltrato.
El Puente
Los sirvientes para disculparse de alguna fechoría y para aplacar a D. Rodrigo no tenían otra cosa que decir: «Señor, esto lo hizo el diablo.» Con lo cual: serenaba la furia de D. Rodrigo quien agrega con una sonrisa horrible y maligna: «Pues si lo hizo el diablo, está bien hecho».
La leyenda alcanzó su punto culminante con la súbita desaparición de D. Rodrigo y su cuervo. Ni por mar ni por tierra se les encontró jamás. Lo que sí se halló fue un Cristo manchado de sangre y muchas plumas del cuervo, manchadas también de sangre a sus pies. ¿Qué significaba aquello? El misterio más impenetrable envolvió siempre aquél problema.
Nadie quiso, ni regalada, la casa de D. Rodrigo. EI polvo formó una espesa capa sobre las mesas y tapicerías. Hasta la vajilla de plata, donde el cuervo, ósea el diablo, comió a la par de D. Rodrigo, quedó intacta como en museo. La casa se convirtió en una especie de fósil, encerrado entre las otras casas del barrio.
Años después, el cuervo reapareció en un puente cercano a la antigua morada del ex capitán. Sus graznidos llenaban las noches de un terror sobrenatural. Daban, tétricas y lentas, las doce de la noche, y desaparecía. Cuando pasaba cerca de él alguna ronda, volaba al balcón de la abandonada casa y en él continuaba su música infernal de horripilantes graznidos. Mientras que la leyenda del puente tomaba forma en las mentes asustadas de la población. Se decía que en las noches de tormenta, un espectro y su siniestro acompañante invocaban el horror entre relámpagos y truenos.
El Puente del Cuervo se convirtió en un símbolo de miedo y superstición, recordando a aquellos valientes que osaban desafiar los límites entre la vida y la muerte. La leyenda perdura, tejiendo su red de misterio en las calles de la ciudad, donde el pasado y el presente se entrelazan en un eterno susurro de horror.
A su mercé…
Si este relato fue de su agrado, humildemente pido nos ayude compartiéndola a sus familiares y allegados durante una reunión en una negra noche. O por medio de un compartir en su red social. Si la leyenda atenta a su cultura pues es distinta a la alojada en su memoria, pido a su mercé que sea indulgente pues es así como el relato llego a mis oídos y es mi forma particular de compartirla. Recuerde que por ser leyenda puede o no tener una base real y tener una increíble dosis de libertad literaria ya sea por la región donde fue relatada o por quien la narra.
Hasta la próxima garbancer@s
Basado en la obra de De Arellano, Angel R.
Leyendas y Tradiciones relativas a las calles de México (1894)
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