
Mis queridas almas lectoras…
En los rincones más antiguos del altiplano potosino, donde las haciendas aún guardan secretos entre sus corredores y muros cubiertos de musgo, el silencio tiene memoria. Al caer la noche, cuando los grillos entonan su eterna serenata y el viento murmura entre los cañaverales, las leyendas despiertan. Y en la Hacienda de Pitillos, la calma de la madrugada se interrumpe a veces con un rumor: el de una mujer vestida de blanco que camina sin hacer ruido, deslizándose hacia los antiguos baños, como buscando algo que el tiempo no le devolvió.
La leyenda de la Mona Blanca
Los vecinos comentan y algunos mayores afirman que, en esta hacienda potosina, cada tanto aparece una mona vestida de blanco, una figura femenina que surge silenciosa desde la cocina y se dirige hacia los baños antiguos, perdiéndose después en la oscuridad.
Los más viejos del lugar cuentan que la aparición es tan clara que parece humana: cabello largo, movimientos lentos, y un aire de melancolía que hiela hasta el alma del más valiente. Algunos aseguran haberla visto peinándose frente a un espejo invisible, justo antes del amanecer.
Una de las primeras en verla fue una mujer conocida como la señora del Rosario, trabajadora de la hacienda, quien la encontró una mañana del 12 de diciembre, mientras preparaba la comida. Los demás empleados se habían reunido afuera para recibir la procesión de la Virgen, pero ella, al volver a la cocina, se topó con aquella mujer etérea. El susto fue tal, que salió corriendo sin mirar atrás, dejando el comal encendido y el guiso olvidado.
Se dice que estas apariciones comenzaron en los tiempos de la Revolución Mexicana, cuando la hacienda fue escenario de enfrentamientos y muertes. Algunos piensan que el alma pertenece a una antigua dueña, quizá Doña Isabel Goríbar, una mujer de carácter fuerte y presencia elegante, cuyos pasos aún parecen resonar en los pasillos del viejo caserón. Otros creen que fue una criada, víctima de los tumultos de la época, que nunca alcanzó descanso eterno.
Lo cierto es que la figura blanca sigue apareciendo. No habla, no emite sonido alguno. Solo se desliza, sin tocar el suelo, como si repitiera un camino que su alma no ha podido olvidar. Los baños hacia los que se dirige esconden un antiguo subterráneo que comunica con la huerta, un pasadizo que hoy yace sellado, pero del que muchos dicen aún emana un aire helado, imposible de explicar.
La noche en que la historia cobró vida
Habitantes de la región recuerdan haber pasado más de una noche bajo ese techo centenario. Entre los ecos de los corredores y el murmullo de las sombras, asegura que la hacienda se siente viva, como si los fantasmas de su historia aún respiraran dentro de sus paredes.
Muchos testigos han visto esa figura blanca que aparece siempre a la misma hora, que no causa daño, pero sí deja el corazón latiendo con fuerza. “Quizá fue una dueña… o quizá alguien que murió aquí”.
Dicen los abuelos que las haciendas viejas son como los libros que nadie termina de leer: cada muro guarda un capítulo y cada sombra tiene voz. Tal vez esa mujer vestida de blanco no busca asustar, sino recordar. Tal vez solo espera que alguien le hable, que la nombre de nuevo, para poder descansar.
Así, mientras las noches caen sobre Pitillos y el silencio envuelve la huerta, la Mona Blanca sigue su camino, entre la penumbra y el recuerdo, como si aún esperara que alguien la acompañe en su eterno andar.
A su mercé…
Si este relato fue de su agrado, humildemente pido nos ayude compartiéndolo a sus familiares y allegados durante una reunión en una negra noche. O por medio de un compartir en su red social. Si la leyenda atenta a su cultura, pues es distinta a la alojada en su memoria, pido a su mercé que sea indulgente, pues es así como el relato llegó a mis oídos y es mi forma particular de compartirla. Recuerde que, por ser leyenda, puede o no tener una base real y contener una increíble dosis de libertad literaria, ya sea por la región donde fue relatada o por quien la narra.
Hasta la próxima, garbancer@s.
Basado en el relato de Don Guillermo Muriel
Tomado del programa de televisión regiomontano Reportajes de Alvarado, conducido por el Lic. Eduardo Alvarado Ginesi.