En las vastas tierras de la antigua México, entre la bruma de la noche y los susurros del viento, se tejen historias de misterio y superstición que han perdurado a lo largo de los siglos. Entre estas leyendas, una destaca por su aura enigmática: la historia de Yooaltepuztli, el Hacha Nocturna.
El Sonido de la Noche
Los vecinos comentan y algunos mayores afirman que en el libro quinto de la Historia General de las Cosas de la Nueva España del venerable Fray Bernardino de Sahagún, se nos narra el relato de este agüero que llenaba de temor a los antiguos pobladores de estas tierras. Cuando la oscuridad envolvía el paisaje y los sonidos diurnos cesaban, un golpe resonaba en la noche, como si alguien estuviera cortando leña en la penumbra. Este sonido, conocido como Yooaltepuztli, el Hacha Nocturna, era portador de malos presagios para aquellos que lo escuchaban.
Los tlamacazque, ministros del templo, eran quienes con mayor frecuencia se encontraban con este misterioso fenómeno. Realizaban ofrendas en las altas cumbres de los montes durante las profundidades de la noche. Cuando el eco de los golpes resonaba en la lejanía, su corazón se llenaba de temor y superstición. Se decía que era una ilusión de Tezcatlipoca, el dios de la noche y el destino, quien burlaba y asustaba a aquellos que se aventuraban en la oscuridad. Tezcatlipoca no solo era un dios temido, sino también reverenciado por su influencia en los asuntos mundanos y divinos. Su capacidad para engañar y otorgar bendiciones o desgracias daba forma a las vidas de quienes se cruzaban en su camino.
Sin embargo, también había quienes desafiaban el miedo con valentía. Hombres animosos y esforzados, guerreros acostumbrados al peligro, seguían el sonido del hacha hasta su origen. Pero lo que encontraban era más allá de lo imaginado: una figura sin cabeza con el pecho abierto, cuyas partes se cerraban y abrían produciendo los misteriosos golpes. Este ser, aparentemente una manifestación de Tezcatlipoca, tenía el poder de conceder prosperidad o desgracia a aquellos que se atrevían a enfrentarlo.
La Ofrenda
Quienes lograban asir a la fantasma por el corazón se encontraban con una decisión trascendental. La criatura ofrecía espinas de maguey como señal de prosperidad en la guerra. Cuantas más espinas recibieran, más victorias y riquezas les esperaban. Sin embargo, aquellos de corazón débil o cobarde eran presa del temor, sintiendo que la desgracia acechaba tras el sonido del hacha nocturna.
Las espinas de maguey ofrecidas por la fantasma como símbolo de prosperidad en la guerra son dignas de un análisis más profundo. El maguey, una planta sagrada para los antiguos mexicanos, representaba la resistencia y la fuerza en medio de la adversidad. Así, las espinas de maguey no solo eran un augurio de éxito en la batalla, sino también un recordatorio de la conexión entre el mundo terrenal y el divino.
Aunque los tiempos han cambiado y las creencias han evolucionado, el misterio de Yooaltepuztli sigue resonando en las leyendas y mitos mexicanos. ¿Fue realmente una ilusión de Tezcatlipoca o algo más profundo y oscuro? Las respuestas se desvanecen en la noche, dejándonos con el eco de los golpes y la incertidumbre en el corazón.
A su mercé…
Si este relato fue de su agrado, humildemente pido nos ayude compartiéndola a sus familiares y allegados durante una reunión en una negra noche. O por medio de un compartir en su red social. Si la leyenda atenta a su cultura pues es distinta a la alojada en su memoria, pido a su mercé que sea indulgente pues es así como el relato llego a mis oídos y es mi forma particular de compartirla. Recuerde que por ser leyenda puede o no tener una base real y tener una increíble dosis de libertad literaria ya sea por la región donde fue relatada o por quien la narra.
Hasta la próxima garbancer@s
Basado en la obra de Fray Bernardino de Sahagún
Historia general de las cosas de Nueva España (1540 a 1585)
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